3 de noviembre de 2006

Urquiza y Alberdi

El monumento

Circulando por la Avda. Figueroa Alcorta en los bosques de Palermo, al llegar al cruce con la Avda. Sarmiento, podemos observar la imponente y bellísima escultura del Gral. Justo José de Urquiza montado en un brioso corcel. Es un extraño homenaje que la ciudad de Buenos Aires le hace al hombre que logró liberarla de la "tiranía" de Juan Manuel de Rosas, venciéndolo en Caseros aquel recordado 3 de febrero de 1852. Hemos llamado "extraño homenaje" al monumento, ya que 8 meses despues de vencer a Rosas, los dirigentes porteños, viendo amenazada su renta aduanera, lo echaron como a un perro y lo aborrecieron de por vida. Pero eso es otra historia...

La Constitución de 1853

El Gral. Urquiza fue el impulsor de la Asamblea Constituyente encargada de redactar la Constitución de 1853, de plena vigencia en la actualidad, mas allá de algunas reformas que sufrió desde aquellos años a esta parte. Hasta 1862, esa Constitución tuvo efecto únicamente en las 13 provincias que conformaban la Confederación Argentina. La escindida Buenos Aires dictó su propia Constitución en 1854 ya que se consideraba un Estado independiente. Decía Urquiza desde Gualeguay: "... los exclusivos quieren contrariar, porque ven que se les escapa la presa, y los pueblos Argentinos van a salir del pupilage en que se les ha tenido. Nosotros debemos marchar sin hacer cuenta para nada de Buenos Aires; pues de lo contrario, sería manifestar que las trece provincias no eran capaces de formar una nación".

Las Bases

Juan Bautista Alberdi, opositor a Rosas y exiliado en Chile, había preparado unos escritos que envió al Gral. Urquiza al conocer su victoria en Caseros. La primera edición del folleto impresa en Valparaíso, cuya tapa anterior rezaba "Bases y Puntos de Partida para la Organización Política de la República Arjentina; derivadas de la lei que preside el desarrollo de la civilización en la América del Sud por Juan Bautista Alberdi, abogado en Chile y Montevideo" le fue enviada a Urquiza el 30 de mayo de 1852 con una carta que decía: "Los argentinos de todas partes; aun los mas humildes y desconocidos, somos deudores a V.E. del homenaje de nuestra perpetua gratitud... He consagrado muchas noches a la redacción de mi libro sobre Bases de la Organización Política de nuestro país, que tengo el honor de someter al excelente buen sentido de V.E....". Urquiza, impresionado con el trabajo, ordenó su reimpresión en varias oportunidades, siendo a la postre, dicho ensayo, uno de los escritos mas utilizados por los diputados para redactar la Constitución Nacional.

Polémica

Defendiendo a capa y espada el flamante proceso organizador encabezado por el Gral. Urquiza, Alberdi sostuvo una violentísima discusión a través de la prensa con Domingo F. Sarmiento, quien se había alejado del entrerriano tras acompañarlo como boletinero en el Ejército Grande que había vencido a Rosas. Alberdi, en sus "Cartas Quillotanas" y Sarmiento, en sus "Ciento y Una", polemizaron acerca de la figura del Gral. Urquiza y de otros temas de aquel momento político, sin ahorrar agravios y adjetivos descalificadores, especialmente el sanjuanino, más dotado para esas lides sin cuartel.

El diplomático

Urquiza, que había sido aliado incondicional de Rosas hasta 1851, logró alterar la imagen que Alberdi tenía de el; Decia este en carta a Félix Frías: "(Urquiza) Ha lavado su pasado volteando a Rosas, reuniendo un Congreso, promulgando una Constitución, firmando tratados inmortales y regeneradores...". Censurado por Sarmiento, le respondió alegando que "la Constitución era el mas firme pedestal del prestigio del Gral. Urquiza". Este, ya con el cargo de Presidente de la Confederación Argentina, nombró a Alberdi como Encargado de Negocios en Estados Unidos y Europa, con el objetivo de impedir que los gobiernos del viejo continente reconocieran a Buenos Aires como Estado independiente. Allí desempeño sus tareas el tucumano durante 8 años, respondiendo siempre a las directivas que le llegaban desde Paraná, sede de su gobierno.

Inexplicable

A lo largo de su gestión, Juan Bautista Alberdi asumió para con la efímera Confederación Argentina de Justo José de Urquiza, un grado de compromiso que solo la distancia que los separaba puede explicar. De hecho, jamás se conocieron personalmente. Quizás enceguecido por las luces destellantes que irradiaba la flamante Constitución Nacional que el había ayudado a redactar, se subió a un carro tirado por un buey inescrupuloso y pérfido que solo avanzaba respondiendo a sus intereses.

La cruda realidad

De los Escritos Póstumos que sus herederos publicaron en 1895, puede deducirse que Alberdi finalmente pudo correr la mascarilla del entrerriano para ver su verdadero rostro: "Hoy (1861), para mí, es Urquiza un odre de egoísmo, un buitre, hombre que con tal de ver colmados sus deseos y de ver servidos sus intereses, pondrá para ello a sus pies a todas las cosas mas santas de la vida". "Urquiza ha puesto la patria, la amistad, la religión, el honor a los pies de su fortuna, y no tiene mas Dios que ella...".

El Regreso

Alberdi recién pudo regresar a la Argentina el 16 de setiembre de 1879. Se había ido en 1838, tras retirarse a Montevideo por propia voluntad en los tiempos de Rosas. Estuvo 41 años fuera del país. Regresaba a un Buenos Aires muy distinto, muy cambiado. Y muy hostil. Forzado por las circunstancias, tuvo que retornar a Francia en 1881. Cuando por fin pudo regresar, lo hizo directamente al Cementerio de la Recoleta en 1889, cinco años despues de exhalar por última vez. En uno de esos días en que fugazmente pasó por Buenos Aires, fue recibido por el Ministro del Interior, Don Domingo F. Sarmiento, su eterno rival. Apenas lo vió, el sanjuanino se le acercó y le dijo, mirándolo a los ojos: "¡ Dr. Alberdi, a mis brazos... !" para luego estrecharlo en un abrazo fraternal. Imaginamos que Sarmiento, antes de separarse, le habrá dicho socarronamente al oído refiriéndose a Urquiza: "¿ Vió que yo tenía razón, Alberdi... ?"

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